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Revis t a socio laboral
ARTÍCULO 35. PÁGINAS 245-259 246
excepcionales, e increíblemente, el
90% restante es víctima de la falta de
acceso a una alimentación adecuada en
forma crónica y en el largo plazo a raíz
de políticas de gobierno que generan
crecimiento económico empobrecedor
(FAO).(Economía para no morir. Un
análisis de las necesidades mínimas
vitales y su metabolismo con el planeta,
s. f.)
Esta extrema condición de vida,
que sufren millones de personas
debe obligar a los países a realizar
grandes inversiones para procurar
disminuir esta desigualdad social, la
cual se necesita con urgencia para el
mejoramiento de las condiciones de
vidas de muchas personas; ya que de
no hacerlo, la muerte de muchos serán
registradas como evitables.
Bajo la visión de esta realidad, está de
más reafirmar que la economía, debe
estar incondicionalmente al servicio
de la vida, por decirlo de otro modo
tal como lo describen Carlos Humberto
Salas Cardona y Liceth Cristina Ramírez
Hurtado de la Universidad del Cauca,
Popayán, Colombia en su trabajo
titulado “(Economía para no morir. Un
análisis de las necesidades mínimas
vitales y su metabolismo con el planeta,
s. f.)”
En este caso, es necesario reactivar
la conciencia racional para promover
el giro hacia supuestos que apoyen
cualquier otro propósito (desde una
perspectiva económica), más que
garantizar la existencia y persistencia
/ La E c ono mía al ser vicio de la vid a
de los propios seres humanos en este
planeta.
La adecuada orientación del gasto
público para el mejoramiento continuo
de las condiciones de vida de la
población favorece la mitigación de
las desigualdades socioeconómicas
en los territorios. Esto adquiere mayor
importancia en la actualidad, por la
necesidad de promover equilibrios
distributivos locales que posibiliten la
disminución paulatina de las brechas
de desigualdad.(Forteza-Rojas et al.,
2020)
De hecho, este objetivo ya es un
verdadero reto, no obstante de
resolverse el tema de la aplicación
de políticas económicas, que generen
riquezas, necesariamente debemos
entrar en el debate acerca de la
distribución equitativa de la misma.
Si observamos el siguiente dato, nos
haremos una idea del alto grado de
inequidad existente en el mundo.
En la cúspide de la pirámide económica,
un reducidísimo grupo de personas,
fundamentalmente hombres, acumulan
billones de dólares. Sus fortunas y su
poder crecen de forma exponencial.
Actualmente, los mil millonarios
poseen más riqueza que 4600 millones
de personas (el 60% de la población
mundial). Mientras, aproximadamente
735 millones de personas siguen
viviendo en la pobreza extrema. Una
factura médica o una mala cosecha
bastarían para que muchas otras
se vieran sumidas en la miseria.
(Cinco datos escandalosos sobre la
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