Page 119 - MEMORIA 2020
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                                                                   Ahora los días huelen a infancia rota.

                                                                   Nos imaginamos destellos en el cielo

                                                                      que fueron cubiertos por el secreto
                                                                                      de los que abusan

                                                                        sin considerar el trabajo decente
                                                                                 como la única fórmula

                                                                              para deshacer la injusticia
                                                                          y remover de raíz los vendajes

                                                                            que tiñen los cristales de luz

                                                                                     y los dejan opacos
                                                                                ante el vacío de los días

                                                                    que aún están a la espera de la tregua
                                                                           impuesta en el tiempo vivido,

                                                                               en el mar que nos acecha

                                                                                       y que nos seduce
                                                                con la espontaneidad de manos laceradas

                                                                                      luego de huelgas,
                                                                                         brazos caídos,

                                                                                            represiones

                                                                                            y estertores
                                                                         en los irremediables filamentos

                                                                                             de la edad.


                                                                                Ahora huele a esperanza
                                                                        que irrumpe por la puerta grande

                                                                                 encandilando al obrero

                                                                                    y su espíritu virgen.










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