Page 11 - Libro La Salud de los Trabajadores en Panamá

La salud de los trabajadores en Panamá: una deuda histórica por saldar
INTRODUCCIÓN
No cabe la menor duda de que el estudio de
los procesos de producción permite considerar
dos componentes que guardan una estrecha
relación, en la cual el primer componente (Proceso
de Valorización) condiciona la forma en que
se expresa el segundo componente, es decir, el
Proceso de Trabajo.
Efectivamente, es en este último terreno donde
se manifiestan los distintos factores de riesgo
como resultado de la interacción de la actividad
(física y mental) del trabajador, con los medios
de producción (objeto medio de trabajo) y la
organización laboral.
La forma como se organiza el trabajo, los procesos
de producción de conocimiento, los instrumentos
utilizados y el cómo se desarrolla la actividad
física, mental de los trabajadores son el resultado
de las distintas formas de subordinación que
el recurso humano enfrenta como parte de los
procesos de acumulación y ganancia de capital.
El carácter bifacético (1) de la categoría trabajo
expresada como “trabajo abstracto o trabajo
concreto define el valor de cambio o el valor de
uso. De esta manera la salud, como valor de uso,
se transforma en la salud (como valor de cambio)
ya que solo cuenta si es capaz de preservar o
aumentar la ganancia del capital”.
En este escenario toda inversión tecnológica
que implique prevención de riesgos para la
salud de los trabajadores, significa inversión
en capital constante, es decir, inversión en
tecnología saludable y segura, inversión en
materias primas inocuas para los trabajadores,
inversión en métodos y prácticas de trabajo y
en la organización que garanticen el soporte
y sostenibilidad de la prevención. El problema es
que esta inversión se traduce en una caída de
la tasa media de ganancia para el capital. La
inversión tecnológica en prevención por sí sola no
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aumentará la tasa de ganancia si no se reducen
los salarios nominales y reales o se incrementa la
jornada y el ritmo de trabajo (capital variable),
a menos que se presente una determinada
organización y división del trabajo que garantice
altos niveles de apropiación de los excedentes
de este. Esta es la razón que subyace hacia
la preservación de los costos fijos, a reducir los
costos variables y, en todo caso, a una reducción
del costo marginal por unidad productiva del
trabajador.
Las tesis ahorradoras de dinero (teoría de Henrich
en la segunda década del siglo pasado), de
controles administrativos de costos, de control de
pérdidas (Frank Bird) y los estudios de rentabilidad
de Simmonds se basan en los hechos antes
mencionados. No es casual que Peter Dorman (2)
señale que “los costos de las lesiones profesionales
son transferidas por los empleadores, a los propios
trabajadores y a los consumidores”, motivo por
el cual la prevención de los riesgos profesionales
no constituye, para ellos, un objeto a alcanzar, al
menos que exista un estado fuerte que mediante
regulaciones, modalidades de intervención
técnicamente validas, sistemas de información,
estudios epidemiológicos, inspecciones sistémicas
y sistematizadas, medición y evaluación del riesgos,
sanciones ejemplares, obliguen a las empresas a
desarrollar una gestión de riesgos socialmente
responsable.
No obstante, eso no es suficiente para reducir
la morbi-mortalidad y discapacidad de los
trabajadores. En efecto, se requiere que las
organizaciones de los trabajadores desarrollen
una política y estrategia preventiva de conjunto,
a partir de la validación consensual de su
protagonismo que permita la defensa inequívoca
del conjunto de las condiciones y medio ambiente
de trabajo, de lo contrario, el riesgo de enfermar
y morir será progresivamente ascendente. Ello
implica la construcción metodológica del
modelo de causalidad de los daños a la salud
de la población trabajadora (entendida como