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porque no tenías una copiadora en la oficina. Se colocaba el

papel carbón y se hacía el escrito.

Después, apareció el lápiz para borrar, luego apareció el
touch and go, si no tenías el touch and go, no estabas en
nada. Era una laminita que tenía un polvito, lo metías detrás

de la máquina, donde iba a pegar la letra y eso iba borrando
los errores que hubieras cometido; pero de una a una, tenías
que usar el touch and go.

De pronto vinieron las máquinas eléctricas, que te permitían
leer dos líneas, por lo menos antes de imprimirlas, tú
corregías esas dos líneas e imprimías; porque antes de
eso, cuando ibas haciendo el escrito, ya ibas por el último

párrafo, donde, cometías un error, tenías que arrancar esa
página, achurarla y comenzar de nuevo el escrito; eso no fue
hace mucho tiempo, sino recientemente. Luego, vinieron

las procesadoras de palabras, no estaba tan acostumbrado,
cuando descansabas los dedos sobre las teclas se disparaba
todo.

Después, vinieron las computadoras, ejercía en Chorrera, fui

uno de los primeros en tener una computadora en mi oficina.
Era casi como una máquina de escribir, pero ya podías copiar,
cortar, pegar, la cosa fue avanzando. De pronto, salieron los

faxes, ¿alguien de ustedes tiene fax en su oficina? No, pero
fue una innovación el mismo; llegó, uno tenía que dejarlo
conectado toda la noche, para cuando venías en la mañana,
todo el rollo lo habían gastado en propaganda y cosas de esas,
pero era fantástico. En este tiempo muy poco se usa. Ya esto

pasó a la historia, aunque hace poco tiempo, en una reunión
que tuve con una gente de una empresa de Centroamérica,
me pidieron el número de fax y dije: pero es que, en Panamá,

ya nadie tiene fax.

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