Page 39 - MEMORIA 2019
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familia y no tenía grandes vicios, salvo unas cervezas cada sábado en la noche, las que traía frías despues
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            de la última vuelta para beber en casa, en solitario.






            Vivía con su hermana (viuda desde hacia muchos años) y sus sobrinos, como si fuera su propia familia.  Por

            razones que desconozco nunca se casó, pero parecía sentirse cómodo con estas personas que le respetaban

            y entre quienes tenía un lugar honroso y determinado.  Todos le llamaban por su apodo, el cual debido al

            tiempo transcurrido casi se escapa de mi memoria, le decíamos Don Chicho.






            Por el tiempo en que le conocí, se dedicaba a conducir un autobus en una de las rutas más concurridas de

            la ciudad.  Un bus de los años 50, viejo, oxidado, con un motor V8 que había tomado en un Chevy ´57

            cuando el motor de fábrica del bus, después de mucho trabajo, se quemó y que, en este tiempo, a duras

            penas trabajaba y solo mantenía el bloque como pieza original.  Lo había adquirido prácticamente de

            tercera mano, porque los gringos de la Zona de Canal se lo donaron a una institución, la que luego se lo

            vendió a él, porque no le podía dar mantenimiento a este cacharo.






            Se vanagloriaba de no haber tenido nunca un accidente.  Me imagino que sería muy difícil accidentarse

            contra  esa  mole  de  metal  que  parecía  apenas  moverse.    El  detective  tenía  fama  de  ser  un  conductor

            extremadamente lento.  Tanto así, que en ocasiones los pasajeros preferían esperar hasta una hora por el

            siguiente bus, en la seguridad de que justo antes de que este entrara en el barrio lo rebasarían y llegarían

            primero que aquellos que lo tomaron antes.  Para quienes tuvieran necesidad de una siesta completa, tema

            para una larga conversación y algo que debían leer, este era el transporte adecuado.






            El detective era además un hombre taciturno y callado que dedicaba la mayor parte del tiempo libre a las

            tareas de mantenimiento de su vehículo, que era de su propiedad y que lo había adquirido con muchos

            sacrificios.  Algunos nos preguntábamos si las reparaciones consistían en la búsqueda de un método para

            hacerlo viajar más lento o si realmente podría repararse algo en ese cacharro que parecía haber sido testigo

            del surgimiento y crecimiento de la ciudad.



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