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Para tales reformas, iniciadas con la ley 95 de 1976, se siguió el
mismo estilo que para la adopción de la nueva legislación laboral,
es decir, las reformas tampoco se centraron en un consenso previo,
sino en la determinación del Gobierno Nacional.
Los espacios para el diálogo social en los años setenta, no fueron
relevantes. Debe destacarse, no obstante, que el desarrollo de la
negociación colectiva, aún con las dificultades que enfrentó, supuso
de algún modo la generación de actitudes y de preparación para el
diálogo social.
A pesar de que el tripartismo es una forma de contribución a la
existencia de actitudes y capacidades para el diálogo social, puede
decirse que las previsiones sobre tripartismo en la Ley Orgánica del
Ministerio de Trabajo y Bienestar Social (hoy Ministerio de Desarrollo
Laboral), no resultaron favorecedoras del diálogo social. Es posible
que ello se debiera a la conflictividad existente y también a que
ambos sectores percibieron que era más provechoso para cada uno
el entendimiento directo con el Gobierno Nacional.
A principios de la década de los ochenta, se da un importante
intento de diálogo y concertación, para procurar una reforma
consensuada de los cambios adoptados en 1976. Aunque finalmente
la ley 8 de 1981, reflejó la decisión del Gobierno Nacional, hubo un
intento meritorio de concertación.
Para 1986, se produce con la ley 1 de 1986, una reforma
“flexibilizadora”, adoptada dentro de un clima de confrontación,
que provocó duros enfrentamientos entre el Gobierno y las
organizaciones sindicales de trabajadores.
Entre 1987 y 1989 Panamá vivió una situación de extrema
confrontación nacional, en medio de una crisis política y económica,
donde quedó excluida toda posibilidad de diálogo social. Los perfiles
económicos de esa crisis, llevaron a que trabajadores y empresarios,
en sus respectivas empresas, llegasen a una serie de acuerdos, al
margen de la legislación laboral, dirigidos a salvar las fuentes de
empleo.
El inicio de la década de los años noventa, representó un esfuerzo
de reconstrucción política y económica del país.
Es en ese contexto, donde se da la invitación a la “concertación
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