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Pensar en el futuro, no en el hoy, utilizar el diálogo social,
como herramienta de solución de conflictos, esto no lo digo
yo, lo dice la OIT, sin olvidar otros métodos de lucha, respetar
y reconocer los derechos humanos fundamentales, de los
trabajadores o los empleadores, por supuesto, abandono del
individualismo egoísta, la cultura del juega vivo y fomento de
la corrupción. Este es un mal muy profundizado en nuestras
sociedades, no hablo solo de Panamá, hablo mínimamente
de Latinoamérica.
La única forma de combatirla, no es solo con policías, con
leyes, con vecinos vigilantes, con los medios de comunicación,
que además denuncian la corrupción cuando les interesa o
les conviene, sino cambiando la concepción del mundo al
igual las relaciones de las personas, respetando la sociedad,
reeditando el pacto social, en donde mis derechos llegan
hasta donde llegan los tuyos y los tuyos llegan hasta donde
llegan los míos.
Si yo trabajo, trabajo para mejorarme como persona, no
trabajo para ver qué me rebusco, y si yo invierto, invierto
para ver cómo me supero económicamente con mi familia;
no, por debajo de la mesa, para conseguir mejores negocios,
etc.
En cuanto al Estado, administrando dinero del pueblo, no hay
mucho que decir, fijar metas como país construida por todos
o por las mayorías; tenemos el ejemplo histórico de la lucha
del Canal de Panamá. Cuando todos nos unimos, aunque
con un precio histórico, relativamente alto, pero logramos
retornar y consolidar la soberanía nacional.
Debemos intentar cambiar el mundo para bien de las futuras
generaciones, no usarlo, para nuestro propio o exclusivo
beneficio, o sálvese quien pueda, como dice Oppenheimer.
Panamá conquistó el Canal, lo reconquisto, mejoró la
administración, sigue siendo de los más alegres del mundo
con aplausos del universo, por su gente, por sus deportistas,
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