Page 75 - MEMORIA 2019
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hace rato andan con ganas de sacarme y tú lo sabes, Roberto, o ¿Es eso lo que quieres? Y no me quedes
CUENTO
mirando así, que bien se yo, que estas son vainas de los comunistas”.
Ni siquiera Roberto que había dirigido una célula guerrillera antes del golpe y que ahora era el líder de
los sindicatos comunistas, respondió al General. Muchos de los líderes de su organización habían sido
desaparecidos, pero no era el temor al General el que lo detenía, temía que se tomaran las represalias
contra Agripina, si el General consideraba que eran ideas de él, pues no iba a discutir por eso, asumiría la
responsabilidad.
Era un reducido grupo de 15 dirigentes y, aun así, el General no hubiera reparado en la única mujer
presente, sino es porque uno de sus militares, le hiciera notar su presencia. Agripina fue sacada de la sala
y desde entonces, no sabía si se discutía su propuesta o su suerte dentro del régimen.
Durante dos días había defendido ante ese grupo de hombres la importancia de incluir el fuero y la licencia
pre y post parto, no en pocas ocasiones le echaron en cara que estaba defendiendo algo que desconocía.
“Que era mejor algo, que nada”. Que insistir en ello podía matar en su cuna, al Código de Trabajo; pero
ella mantuvo la posición y allí quedó planteada.
Desde que la sacaron del salón, dos de sus compañeros más cercanos habían salido en momentos distintos
a pedirle lo mismo, que desistiera del asunto, que en otro momento se podría retomar, pero ella ya había
llegado muy lejos, como para retractarse, tenía que concluir lo iniciado.
Ahora se acababa el tiempo, Agripina había reflexionado, había calculado cada una de las probabilidades
y había tomado la determinación más importante de su vida. Cerró los ojos; respiró profundamente; se
levantó pausadamente y avanzó paso a paso con la firmeza que sólo puede dar la convicción firme en un
propósito.
Abrió la puerta con firmeza, nadie se percató, avanzó en medio del grupo que seguía inmerso en la
discusión, Agripina, llegó sin ser notada hasta la mesa en donde estaba el General, junto a su Estado
Mayor y se plantó decidida, frente.
“Aunque usted no quiera General, me va a oír y no me importa lo que sus hombres con o sin uniforme me
puedan hacer; porque no podría vivir en paz, si no digo lo tengo que decir. Según yo entiendo General,
usted nació de una mujer que, al igual que yo, fue trabajadora. Yo me pregunto, ¿Qué pensaría su santa
madre, que en paz descanse, sobre el desprecio con el que trata usted, algo tan sagrado como el embarazo?
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