Page 74 - MEMORIA 2019
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Por ello aquella noche, no respondió al llamado, se quedó inmóvil ante la puerta. Tocaron una y otra vez
CUENTO y ella permanecía inmóvil, en espera de que de un momento a otro los militares derribaran la puerta y se
la llevaran a rastras o la ejecutaran allí mismo. Al tercer llamado, Ignacio, el compañero del sindicato,
le habló desde el exterior y el alma le volvió al cuerpo, abrió presurosa y se encontró frente a ella a su
compañero con media docena de militares.
Ignacio le explicó que el General había ordenado una reunión urgente con los principales dirigentes
sindicales del país, incluso los comunistas, recientemente legalizados, habían sido “convocados”. Ella
aparecía en la lista, por lo tanto, tenía que asistir, no era una invitación, era una orden.
Al amanecer llegaron al cuartel, ya estaban allí, reunidos, no de buena gana, los representantes de todas las
corrientes políticas del sindicalismo; Anarquistas, socialistas, comunistas, cristianos, y liberales.
A eso de las diez de la mañana apareció el General, sin más protocolo que un saludo seco, fue directo al
grano y dijo tajante: “bueno muchachos, esto es lo que hay, vamos a aprobar este código de trabajo, para
beneficio de todos los trabajadores. Revisen y propongan sugerencias; eso sí, les aclaro que no vamos
a negociar nada. Ustedes proponen y nosotros veremos. Ah y busquen a ver cómo se hablan y se ponen
de acuerdo, porque no voy a estar escuchando a grupitos”. El General se retiró sin decir más nada.
Durante dos días trabajaron acuartelados y al tercer día, cuando habían logrado un consenso, regresó el
General, hombre de pocas palabras, tomó el documento, se sentó en el escritorio del fondo con un largo
tabaco entre los dedos y una botella de Johnnie Walker Swing.
Leyó, en silencio, sin interrupción alguna, aun cuando entre los presentes se encontraba el ministro
de trabajo, el General no se fiaba de nadie; quería leer personalmente los detalles de las propuestas
sindicales.
El silencio fue roto bruscamente cuando el General dando un manotazo en el escritorio, gritó: “Esta
vaina sí que no. Vamos dejándonos de ahuevazones, que se los dije y se los repito, coño, por si no
lo han entendido. No vine a negociar con nadie. Su trabajo aquí es revisar esta vaina y proponer
recomendaciones. No vienen aquí a inventar nada. Ese fuero y esa licencia de maternidad no están
en ese documento, porque no van a estar. Así que me quitan esa mariconada de aquí. Roberto, ¿tú
realmente crees que los empresarios van a aceptar esa vaina? Ponemos eso en el Código y de seguro
me dan un golpe, apoyao por los gringos. Tú sabes que esos cabrones no están bien conmigo y desde
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