Page 63 - Memoria2017
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Click.
CUENTO
A Fátima se le hizo un nudo en la garganta. Tragó mal y se le salió un poco de café
por las narices.
“¡Maldita sea! ¡Joder!”
Se trataba del mismo tipo. El de los ojos buenos. Su cliente. Y aquella solicitud de
servicios, no era más que una confesión de culpabilidad. ¿Quién sabe de qué basura quería
deshacerse? ¿Qué era lo correcto? ¿Proveer al depredador de un medio para lavar sus
culpas? ¿Denunciarlo a las autoridades? ¿No tomar ninguna posición y hacerse la loca?
¿Cómo podía hacer justicia? ¿Traicionar la confianza de Smith? ¿Ser su cómplice?
Pero Smith no le estaba pidiendo nada ilegal ni malo per sé. No le estaba pidiendo a
ella que eliminara los archivos. Sólo estaba tratando de comprar una herramienta. Una
herramienta muy importante para él. Si ella no hubiera visto aquel cintillo, le habría
facilitado sin dudas lo que él le estaba pidiendo. No había sido maliciosa. Pero es que
Smith parecía un buen tipo. Tenía cara de buena gente. El abuelito de cualquiera.
La chica decidió hacer un poco de turismo cibernético antes de tomar una decisión.
Fátima tenía modos poco ortodoxos de “ayudar” a sus clientes. Era más fácil entrar a las
computadoras ajenas con un poquito de maña. A veces la gente confía demasiado. Pero
aunque no confíen, no han aprendido que lo que pasa en una computadora no se puede
borrar tan fácilmente. El internet no es un lugar para guardar secretos. Las computadoras
no son discretas. Dos tazas de café más tarde, la chica ingresaba a la computadora de Smith
y pensó en extraer los archivos eliminados. “Pero si saco los archivos voy a parecer una
distribuidora”. Tenía que ser inteligente. No podía sacar los archivos. Su dirección de IP no
podría figurar en ese trabajo en específico. Abrió unos cuántos documentos de video desde
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