Page 64 - Memoria2017
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la misma computadora de origen. Sintió ganas de vomitar. Sintió que el piso se abría y se
CUENTO desmayaba. Los archivos borrados eran un asco. La mirada de buen tipo de Smith. Los
niños. ¿Cómo podía haber gente tan enferma? El tipo era un monstruo. Un psicópata. A
Fátima se le salieron las lágrimas. Podía tratarse de cualquier niño. Niños indefensos.
Pequeñines. ¿Cómo podría utilizar aquella información malhabida para hacer algo por la
justicia? ¿Qué era lo correcto? ¿A dónde quedaba el privilegio de confidencialidad de los
clientes? Smith había sido un cliente de buena fe.
La moral. La ética. Lo correcto. Había tantas cosas que pensar. Pero Fátima decidió
terminar de hundirlo. Como un fantasma en el ciberespacio vació sus cuentas bancarias y
transfirió los fondos a una ONG de ayuda a Niños con Leucemia y Cáncer. Filtró toda la
información nauseabunda al FBI. Los videos monstruosos. El tipo era basura. También
filtró la información en las bibliotecas del sistema carcelario de EU e hizo un par de
llamadas a los jefes de pandillas dentro de las cárceles nacionales desde un celular prepago
de chip gratuito. “Si el anonimato funcionaba para hacer cagadas, también debería servir
para castigar hijueputas”. Ese pensamiento le daba paz. Persiguió a toda la lista de gente
que compraba ese tipo de mercancía y dejó la información colgada en los lugares
adecuados. Un dox bien hecho. Fue un paso arriesgado. Lo destruyó en el sentido literal de
la palabra. Ya no podía pagar un abogado decente. No iba a poder tener una vida, ni preso
ni en libertad. Y todos sus clientes quedaron expuestos. O eres bueno o eres malo. No hay
grises. No hay tibieza.
Perdió la oportunidad de ganarse un montón de plata. Pero algunas batallas hay que
ganarlas silenciosamente. Y en caso de que el karma falle, uno tiene que hacer lo que tiene
que hacer para darle un empujón. Ser Robin Hood. Ser un superhéroe sin capa. Smith no
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