Page 45 - MEMORIA 2020
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CUENTO
asesinados y sus familias amenazadas de muerte, por eso luego de medir sus probabilidades de sobrevivir
a ese tormento, decidió vender lo poco que tenía y migrar a Panamá. No la ha pasado fácil, trataron de
raptarla y obligarla a hacer trabajos sexuales, después en una casa donde trabajó como doméstica no le
pagaron dos meses de salario y para colmo la extorsionaban amenazándola con decirle a las autoridades
de migración su estatus, el señor de la casa le coqueteaba a escondidas, aunque la esposa lo imaginaba,
y se callaba.
– Es que vea mi Marcos la gente de plata cree que quienes tenemos necesidad somos ignorantes, -dijo
un día, con su acento cantado cada vez que cuenta algo que no le gusta.
La cuestión es que no le quedó otra opción que huir de ahí, trabajaba doce horas sin día libre. No tenía
nada de libertades, y no lo sabía. La cocinera del pent-house de al lado la ayudó a que escapara, así se fue
a una residencia de una amiga colombiana que ya es ciudadana panameña y le ofreció vivir alquilando un
cuarto del apartamento de ella, de otra forma no podía quedarse porque la cosa estaba dura para todos.
Ya superó la cárcel yeyé en Punta Pacífica, es libre a medias, porque debe estar encerrada en una vivienda
con verjas de hierro para separarse de la maleantería en Pan de Azúcar, que de azucarado solo tiene el
nombre; más ahora con los despidos masivos en el país parece haberse acrecentado la delincuencia, las
balaceras se escuchan a lo lejos, Gloria dice que no se termina de acostumbrar a esto. El ser humano es
un ser de costumbre, nos quedamos adaptando al calor, a la suciedad, a la pobreza, a casi todo, pero a la
violencia, no creo que haya posibilidad de acomodarse, tal vez es un hecho que se trata de ignorar. Gloria
me ha dicho que teme que esos sonidos se le hagan tradición, no quiere decírselo a su hospedera, no
quiere pasar por mal agradecida, aun así, le da las gracias a la vida que pudo salir de aquella casa donde el
marido de la patrona la acosaba y la veía como juguete sexual, a sabiendas de la doña. Desde hace poco
trabaja como vendedora en un local de pan colombo-venezolano, gracias a un permiso que ha pagado
porque de lo contrario tendría que esperar años por el negocio juega vivo que hacen en migración,
con lo que le queda de dinero está tratando de ahorrar para sus papeles de residencia permanente.
Le pagan lo de ley, ni más ni menos. Todo su sueldo se le va en terminar de pagarle al abogado y en el
pago de la renta, me ha confesado que no le alcanza ni para comprarse un brassiere nuevo. Solíamos
sentarnos las tardes después de su turno y de mi trabajo, a platicar y a tomar café, solo a eso, que para
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