Page 47 - Memoria Premios IPEL 2021
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⎯Pero sí tengo pruebas⎯interrumpió, otra vez, Demetrio, achispado su verbo y entusiasmo
por el alcohol⎯. Será una prueba que podrá experimentar en carne propia, amigo mío.
El alemán no contestó, pero sus gestos invitaron a Gonzáles a continuar.
⎯Es una apuesta. ¿Están listos, mis amigos, para escucharla? Expectantes, la
mayoría de los presentes agitaron sus cabezas.
⎯Que se interne en la selva, la selva de mayor espesura, por el lado del nacimiento
del río. Y que pase doce noches ahí, arrullado por los sonidos de las aves nocturnas y la
música de los insectos. Si a su regreso no ha cambiado de parecer, me retractaré
públicamente.
Pero el extranjero no estaba dispuesto a ser manipulado:
⎯ ¿Para qué, trabajadores plataneros? ¿Para qué semejante necedad?⎯se defendió
Richard.
Los rostros iban de un lado a otro, como si atestiguaran lanzamientos de piedras
desde una y otra orilla de un lago.
⎯Para que encuentres, amigo mío, en la diferencia entre insectos, aves, ranas y
gatos nocturnos, la flor de la vida, hombre, y te convenzas de que la existencia se recrea
cuando se une lo distinto.
Ningún argumento llegó en ayuda del alemán, cercado su orgullo por aquella
emboscada. No estaba dispuesto a sacrificar su férrea posición. Y no lo hacía para sí
mismo, ya que su paz mental permanecería intacta no importando qué, se decía, sino por
la verdad que se creía responsable de comunicar ejemplarmente.
Aceptó la apuesta y selló el trato con un apretón de manos.
Al día siguiente, comenzaron los preparativos para el viaje. Jack, un negro antillano
que conocía muy bien la zona, fue requerido como guía. Aunque la idea de acampar tan
incómodamente le había parecido terrible al principio, el alemán no la interpretó así tras
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