Page 51 - Memoria Premios IPEL 2021
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Demetrio  miró  al  alemán,  por  primera  vez,  con  una  expresión  severa  y  hasta

                  decepcionada.
                          ⎯ ¿Nada le han enseñado las revolturas de la selva, sus colores, el modo en que
                  las diversas especies se hacen una entre hojas y ramas?

                         ⎯En absoluto⎯insistió Ackermann⎯. Aunque puedo reconocer que, en ti, bohemio
                  personaje  del  trópico,  tales  revolturas,  como  las  has  llamado,  puedan  tener  un  efecto

                  diferente. Verás, es un asunto de temple, de voluntad. Y el mestizo, no teniendo raíces
                  ciertas a las que asirse, es un ser inestable.
                         ⎯ ¿Nada ha despertado un cambio en ti, nada?

                         ⎯Como dije, nada en absoluto. Pude muy bien separar lo que me rodeaba de mi
                  agudo discernimiento.


                         ¿Qué más podía decir el escritor?


                         Aun con la sospecha de que la confesión estaba inconclusa, claudicó. Y ante los
                  agricultores más fieros de la Palma, aceptó su derrota, derrota que fue también la de ellos.
                          ⎯La sangre diluida de los mestizos es como agua sucia en la que ningún rostro se

                  reconoce ⎯dijo, como dictando sentencia, el alemán.
                         Meses después, abandonó su cabaña cuando aún el sol estaba oculto. No se supo

                  más de él. En sus libretas llevaba apuntes sobre lo que había aprendido de la inteligencia
                  humana en el trópico. Demetrio todavía se quedó mucho tiempo más, pegado como estaba
                  a esa comunidad recóndita.

                         Habría  pasado  año  y  medio  desde  la  partida  del  alemán  cuando  dos  mujeres
                  indígenas, que poco iban al poblado, habitantes de un caserío de pescadores, surgieron de
                  la selva. De la mano llevaban sendos niños de tez muy clara y facciones angulosas.


                          ⎯Bellos como leopardos de piel manchada⎯pensó González en cuanto los vio venir,

                  cual luces sobre un fondo oscuro⎯. Ese lago turbio es el único en el que me reconoceré
                  siempre.
                         Las  mujeres  buscaban  a  un  tal  Jaqueman,  Jaqueman,  llamado  que  les  trajo

                  reminiscencias, a más de un agricultor platanero, de aquel alemán que tanto defendió su
                  entereza. Nadie las sacó del error, ni corrigieron el apelativo que aparecía en sus reclamos.

                  No  tuvieron  más que  decir.  Aunque  no  dieran con  el  padre  de  las criaturas, mostraron

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