Page 41 - Memoria2018
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alguien de telemarketing.
—Habla la detective Solís, de la Policía Técnica Judicial. Lamento llamarlo para informarle que la CUENTO
señora Elsa Sánchez ha sufrido un accidente y está grave en la urgencia de la Especializada. Deben venir
cuanto antes.
Genaro cerró el teléfono y le dijo a su padre que tenían que salir inmediatamente. Cuando
llegaron a la Especializada, ya todo había acabado. Solo quedaba reconocer el cuerpo de doña Elsa y el
del joven de la edad de Genaro que iba con él en el carro, saliendo de un hospedaje de pago por hora.
Al salir a la Transístmica, un camión cisterna de leche había arrastrado la Fortuner azul marino de doña
Elsa varios metros antes de detenerse. El muchacho había muerto en el lugar del choque.
Cuando Genaro reconoció a su amigo Juan Carlos en la camilla adyacente a la de su madre en la
morgue, con el cuerpo destrozado y la cara intacta, entendió la actitud sospechosa de su mejor amigo.
Se tapó la cara con las manos y se permitió llorar a gritos. Su pana del alma y su madre. Y ahora ya no
estarían más. No le quedaba ni siquiera con quién enfadarse… No había a quién reclamarle…
Don Genaro ni siquiera se dio por enterado. Hay cosas que los esposos saben y callan. Y no
permitiría que nada empañara la memoria de su mujer, tan trabajadora y profesional, tan guapa y tan
buena madre. Genaro y su padre trataron de evitar hablar del tema y pidieron discreción a la policía y
a los padres de Juan Carlos. Guardaron todo en sus corazones y siguieron viviendo. Don Genaro, en la
calma sin tranquilidad de la viudez y su hijo, sigue tratando de abrirse paso en una sociedad en la que a
los hombres aún les quedaban muchas conquistas por la tan ansiada igualdad. Así lo habría querido su
madre.
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