Page 82 - Memoria2017
P. 82
regresará a casa y que las probabilidades de volverse a ver son lo que los gringos llaman
CUENTO “slim to none”. Pero ninguna de las dos vivía pensando en eso. Ana estaba a miles de
kilómetros de casa, de estándares, de metas y un poco más lejos de cualquier tipo de
compromiso. Una amiga como Kayleigh era lo que necesitaba.
En la calle principal que corría paralela al río Missouri (Mainstreet) había unos
cuatro lugares decentes en donde tomarse unos tragos y hacer amigos fugaces. Había una
campana que te avisaba que eran las tres de la mañana y que era la última oportunidad de
pedir alcohol, al menos allí, al menos esa noche.
Ana y Kayleigh se volvieron inseparables. Después del “trabajo” de pegar cintas
magnéticas, de leer sobre el camino que Robert Frost no tomó, de entender de qué habla
Carver cuando habla de amor, de investigar sobre el viaje en el tiempo en la literatura para
su tesis de maestría y de sobrevivir a la espantosa e impresentable comida de la cafetería, la
cual según se rumoraba por los pasillos, a veces incluía ardillas silvestres del bosque, luego
de la lavandería, con la clásica bolsa de monedas de veinticinco centavos que siempre había
que tener a disposición, de ir a dar un par de vueltas en la pista de tartar rojo y de mandarles
un par de correos electrónicos a sus padres, la salida en el Saturn de Kayleigh era la razón
de ser del día de Ana.
Fueron a bares irlandeses, tomaron cerveza verde y se metieron en bailes de música
country, pasearon a la orilla del río Missouri y se besaron con los chicos guapos de alguna
banda de covers de Nickelback. El dúo dinámico de la latina y la pelirroja en aquel hueco
del Midwest gringo, resultaba siempre muy interesante y atractiva. Siempre había de qué
hablar. Siempre había un redneck de ojos azules que jamás había hablado con nadie que no
hablara inglés como lengua materna. Siempre había un gringo que quería que le enseñaras
82