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garantizaba la universidad y su trabajo en el campus se pagaría toda la maestría.
CUENTO
Aquella no era una universidad ni de primero ni de segundo ni de tercer grado. De a
vaina podía llamarse universidad, seamos sinceros. Pero uno tiene que hacer lo que tiene
que hacer para tener un título de una universidad gringa, ¿no?. Al final del día, con decir
que había estudiado en Missouri sería suficiente. No había por qué ponerse específico.
El trabajo que le asignaron a Ana era colocar cintas magnéticas dentro de los libros
de la biblioteca. Cinco años en la Facultad de Derecho de la Nacional y un año de
Postgrado en la UTP. Tesis de grado en Derecho Constitucional. Más graduada que un
termómetro. Cintas magnéticas. Nombe no. Pa´eso se jode uno. Nombe no. Si mi mamá me
viera se pone a llorar. Los 7 hábitos de la gente altamente eficiente. Cómo ganar amigos e
influir entre las personas. Quién carajo se robó mi queso. El cambio del cachado poder.
El objetivo de las cintas magnéticas dentro de los libros era el de hacerlas sonar si
alguien intentaba sacarlos del lugar sin los debidos permisos. En las puertas de la Biblioteca
había dos dispositivos electrónicos que leían las cintas y pitaban diabólicamente ante la
presencia de un vivazo que se lleva el libro con la cinta sin desmagnetizar. El juega-vivo
no es una exclusividad de los panameños. Muy por el contrario, es un nicho de negocios a
donde sea. Cámaras, alarmas, detectores de retina, cercas eléctricas, chips con GPS para los
perros, sensores de huellas digitales, detectives privados, pinchado de teléfonos, el velo
corporativo. La protección contra el juega-vivo es un negocio aquí y en Tasmania.
Aunque lo que hacía no era muy estimulante para su cerebro, era ideal para su
situación. Había ido a caer en el lugar más aburrido de la tierra. La manera más gráfica de
describirlo era como un inmenso llano, con parches de sembradíos de maíz y cruzado por
carreteras interestatales. Tan metido en el continente, que si lo pensaba bien, sentía
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