Page 61 - MEMORIA 2020
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CUENTO









            Traté de consultar el asunto con Chucky, pero los muchachos me dijeron que no perdiera mi tiempo porque
            en la cárcel, Garra, le había hecho a Chucky algunos favores, y que iba a ignorar nuestras quejas; pues,


            era muy probable que nos tildara de “niñitas lloronas” como les había dicho a ellos en otras ocasiones.
            Averigüé sobre Garra con otros bien cuida’os que bregaban en el área. Uno de ellos me dijo que el tipo


            era peligroso, y que en una ocasión le había quitado con un golpe el almuerzo a un muchacho recién
            llegado que había sido recomendado por Chucky. Otro apodado Buitre me dijo que, al tal Garra le tenían


            miedo, porque decía en voz alta que el pertenecía a la pandilla de La Calle Negra, y que se iba a beber la
            sangre de alguien si lo hacían enojar o si lo provocaban un día de esos que le hicieran perder la paciencia.


            Por mi parte, traté de mantenerme a distancia del susodicho Garra, para que esto no entorpeciera mis
            objetivos como un hombre renovado, mientras encontrara más adelante algo mejor.


            Un mediodía soleado, me fui a la tienda a comprar un refresco para almorzar a la sombra de un almendro;
            cuando regresé encontré mi bolsa abierta y el envase de comida vacío. Pregunté a los muchachos si había


            visto a alguien sacar la comida del bolso, pero ellos callaron, y se retiraron de inmediato a otra esquina
            con los hombros caídos. Garra fumaba recostado en una banca con una risita inquieta y cierto aire de


            burla. Respiré profundo y resolví olvidarme del asunto.
            En otro momento, mientras recogía mis cosas, vi la ropa fuera del bolso llena de nudos que me fueron


            imposibles desatar. Tuve que irme con la ropa mojada y sucia. Sentí que perdía la paciencia.
            El día siguiente hablé con el chinito de la tienda para que me guardara el bolso con el almuerzo y la ropa,


            y evitar así el inconveniente. Antes de llegar al parque, los muchachos me esperaron en una esquina y me
            rogaron que me fuera porque Garra había dicho que no me quería ver ni un segundo más por allí, y que


            yo estaba despedido de mi trabajo como bien cuida’o. Les señalé con optimismo que no se dejaran llevar
            por las amenazas de Garra, que cualquier cosa lo íbamos a conversar con Chucky, quien era después de


            todo, el jefe de la chamba.
            Al iniciar la rutina, vi que mi tanque tenía un hueco redondo en la parte de abajo. Garra me obstruyó el


            paso y en una actitud desafiante y con los brazos cruzados me dijo.
            ––¡No te dijeron los mocosos que no te quería ver ni un minuto más por aquí!


            Fingí sumisión e hice un gesto con la mano simulando la derrota (al recordar la estrategia que había

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