Page 66 - MEMORIA 2020
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CUENTO
––No contestan señora Estela ––dijo–– Parece que la línea se encuentra ocupada.
––Entonces espera unos minutos a ver si se desocupan ––dijo la patrona desde el fondo, mientras se
enjuagaba las mejillas con jabón de avena.
Leonor aprovechó la ocasión para retornar a la cocina. Revolvió con un cucharon los vegetales y las
legumbres correspondientes al menú semanal. Soportaba por estabilidad laboral la dieta de la patrona,
con la que tenía que alimentarse para complacer el capricho de que la empleada tenía que ser vegetariana
como la jefa; mantener la figura y evitar a toda costa el sobrepeso. En más de una ocasión y, a escondida,
pudo saborear las salchichas enlatadas que metía (en algunas ocasiones) en los bolsillos de la bata. “Otra
vez chayote, berro y espinacas.
Me van a salir orejas y dientes como los conejos. Si pudiera cocinar un pedazo de chuleta con patacones
y carne frita”, mascullaba Leonor mordiendo los labios.
Mientras sacaba las vajillas, escuchó la campanilla repetida desde el comedor. La patrona hablaba por el
celular con una postura erguida y delicada.
Leonor se limpió las manos con una toalla, y cuando estuvo cerca de la patrona en una actitud sumisa le
dijo:
––En estos momentos me disponía servir señora Estela, disculpe la tardanza.
Estela, asintió con indiferencia buscando un contacto en el móvil, con la mirada fija en la pantalla.
Leonor sirvió los alimentos con los cuidados protocolares que había aprendido desde su contratación.
––Que tenga buen provecho doña Estela ––dijo al servir. La doña le contestó con una leve sonrisa.
Mientras Leonor fregaba escuchó el teléfono sonar.
La jefa la llamó exaltada.
––¡Leonor, Leonor, ven rapidito! ––dijo al tomar la cartera–– ¡Me llamó Eloy! Dijo que podía ver las
muestras para la publicación del domingo. Imagino que todas están divinas. Espero que no sea tan difícil
de escoger. Vuelvo en unas horas, por favor no se te olvide alimentar a mis pececitos, y complacer en
todo a mi Lorita.
“Ni siquiera la probó. He cocinado por el gusto otra vez. A recoger estos trastes repletos de hierbas
sancochadas”, murmuró Leonor molesta. Pero, ya se estaba acostumbrando a los desplantes de su jefa
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