Page 92 - MEMORIA 2020
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CUENTO









            de niño y adolescente. Pero esa mañana de diciembre de 2019, al entrar al Hospital Central de Wuhan,
            el sonido del tren que alertaba malos augurios le volvió de plano, en forma seca, tan fuerte que lo dejó


            paralizado.
            Al asimilar el impacto inicial, siguió caminando en la ruta a la sala de Oftalmología, pero la intensidad del


            sonido del tren seguía aumentando, y parecía estar por todo el hospital.
            Wenliang no soportó más y salió corriendo hasta quedar en plena calle. Para ese momento, el ruido


            similar a tren descarrilado era casi insoportable en su ser interior. Dio vueltas como un desquiciado
            cerrando los ojos y apretando fuertemente los oídos con sus manos, sin importarle el caos que provocó


            en los autos que intentaban esquivarlo en el centro de la transitada vía.
            Recibió la ayuda oportuna de dos colegas, quienes lograron rescatarlo antes de ser atropellado. En estado


            de semiinconsciencia lo pusieron a salvo en la orilla de la vía, antes de brindarle primeros auxilio por
            desmayo. Al recobrar el aliento dijo...


            — Debo volver a ese hospital, o algo malo va a ocurrir.
            De hecho, pasó 3 días seguidos en el hospital sin volver a casa. Cuando cumplía su jornada laboral, se


            ocupaba por cuenta propia de investigar, con la determinación de descifrar la razón de la vuelta a su
            mente del fatídico sonido del tren.


            Al cuarto día de incesante trabajo, y de estar en contacto con pacientes que ingresaban con un mal
            extraño, recopiló suficiente información para advertir a sus colegas sobre sobre el posible brote de una


            enfermedad similar al Síndrome Respiratorio Agudo-SARS (poco después conocido como COVID-19).
            Absorto por la gravedad del asunto, Wenliang comprendió la advertencia de su extraña facultad de


            escuchar el ruido del tren que presagiaba la muerte, pues ahora sabía que el nuevo virus era altamente
            contagioso.


            Él mismo ya había estado en contacto con los pacientes sin mayores protocolos de protección, siguiendo
            los lineamientos de las autoridades de salud, que hablaban de un contagio solo al contacto directo con


            murciélagos.
            “Es falso”, escribió Wenliang a sus colegas en un chat. “Hay contagio de persona a persona. Usen equipo de


            protección, máscaras, ropa impermeable, guantes, forros de calzados”. Y desde entonces emprendió una

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