Page 87 - MEMORIA 2020
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CUENTO









            quien lo acogió como si fuera su hijo. Y a pesar de su insistencia en que ambos se quedaran a vivir
            permanentemente en la capital, Xiaoli siempre volvía a La Guaria, sitio que le transmitía paz. Y en playa


            La Punta, donde siempre quiso ir, estableció un negocio, también con el patrocinio del pudiente médico,
            de alquiler de botes y equipamiento para turistas que se trasladaban a Isla Grande.


            Curiosamente, nunca volvió a abordar el Panama Canal Railway, a pesar de sus constantes viajes entre
            Panamá y Colón. De modo que en los primeros años de infancia, su hijo no experimentó de cerca aquel


            zumbido del tren que grabó su subconsciente al momento de su nacimiento.
            Pero sí lo escuchaba en momentos específicos, y cuando empezó a hablar más claramente, cuestionaba


            a su mamá sobre el origen de ese sonido en su mente.
            Fue a los 10 años de edad, cuando Wenliang cursaba el quinto grado en la escuela de La Guaria, que


            escuchó más evidentemente el zumbido del tren.
            Aquel día la maestra presentó ante el salón de clases a un nuevo niño que venía de Punta Manzanillo, y


            que se mudaba con su familia a La Guaria. Al verlo, de inmediato Wenliang escuchó dentro de sí un fuerte
            sonido, cual locomotora en plena marcha, que lo levantó de su puesto, lanzando a la par un grito, que


            provocó la risa de todos.
            — ¿Qué pasa Wenliang?


            — Nada, maestra, dijo apenado.
            — Entonces siéntate, le ordenó de forma amable la docente, en medio de las burlas de


            sus compañeros.
            Apenas al día siguiente, el nuevo alumno no vino a clases, y en su lugar su madre trajo personalmente la


            excusa, explicando a la maestra que había amanecido con una fuerte inflamación en la vista, y que ella
            sospechaba que era conjuntivitis.


            Pero resultó algo más complicado, porque en varios días y el alumno no volvió, ni su madre con más
            excusas.


            El siguiente domingo, la maestra fue a casa de Wenliang, a pedirle permiso a su madre para que el
            muchacho fuera su guía, con la idea de visitar al nuevo alumno, y corroborar como seguía de salud.


            Bien sabía la maestra que Wen conocía a la perfección no solo La Guaria, sino los pueblos cercanos, pues

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