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Siempre nos llega al menos un periódico; una de las trabajadores no los regala y lo vamos pasando de mano
     CUENTO  en mano, cada una toma una hoja y así nos vamos enterando de lo que ocurre en la calle. Mi audiencia la


            publicaron en un rinconcito, solo decía que me habían ordenado la detención, no contaban nada del robo de

            mi carro, de la denuncia y de todo lo que viví aquella noche. Recorté lo que habían escrito sobre mi caso con

            los dedos y lo doblé con cuidado, como si se tratara de algo extremadamente delicado. El resto de las noticias
            de la página se las pasé a las compañeras.

            Mi fórmula es pensar que sigo libre, que yo no tuve nada que ver con ese delito que hicieron cuando me

            robaron mi carro; que sigo haciendo todo los oficios para mis bebés, que sigo recorriendo las calles y que

            sigo escuchando aquellas pasajeras tan angustiadas, que pronto me llamarán para contratarme para manejar

            esos camiones gigantescos. Ahora que digo pasajeras, recuerdo una, tenía unos cuarenta, y la recogí por la

            vía España. Su cara llamaba mucho la atención, era una cara grande con un pedazo minúsculo de nariz. Casi

            una miga de nariz. Al verla se me ocurrió que nació sin esta parte del rostro y le pegaron un pedacito de carne
            con goma, como lo hace la doctora juguetes que ven los niños en la televisión. En mi mente la nombré ‘la

            mujer sin nariz’. Apenas se subió no paró de llorar. Lo primero que pensé era que se le había muerto alguien

            o sentía un gran dolor, pero no era nada de eso, lloraba porque la habían despedido del trabajo. Recuerdo

            que la invité a tomarse un té en un restaurante. Hablamos de todo y quedamos en volver a reunirnos. Ese

            quedamos aún no se concreta. ¿Qué habrá sido de ella?, si supiera que me trajeron para acá de seguro se

            aparece a visitarme. Hablando de visitas, solo me vienen a ver mis bebés y unos primos que no han llegado

            y ya quieren marcharse, mis hermanos todos se quedaron en el interior trabajando el monte a sol y lluvia. Yo

            fui la única que me vine a la capital a probar suerte.

            El expediente de mi caso se cayó por un asunto técnico. Volví a casa, que no me































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