Page 40 - Memoria2017
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ciegos. Mientras veía el noticiero, prestó atención al cintillo de las noticias en segundo plano. Allí
CUENTO donde las televisoras ponen las noticias que sí tendrían relevancia, en lugar de que hay un hueco en X
carretera.
El cintillo rotaba en la parte de abajo de la pantalla. “La Policía Nacional allana la residencia
de un ciudadano americano radicado en Arraiján por caso de pedofilia. Fulano Smith tiene una
orden de captura y deportación.” Deportación. Smith. Pedofilia. Click. Click.
A Fátima se le hizo un nudo en la garganta. Tragó mal y se le salió un poco de café por las
narices.
“¡Maldita sea! ¡Joder!”
Se trataba del mismo tipo. El de los ojos buenos. Su cliente. Y aquella solicitud de servicios,
no era más que una confesión de culpabilidad. ¿Quién sabe de qué basura quería deshacerse? ¿Qué
era lo correcto? ¿Proveer al depredador de un medio para lavar sus culpas? ¿Denunciarlo a las
autoridades? ¿No tomar ninguna posición y hacerse la loca?
¿Cómo podía hacer justicia? ¿Traicionar la confianza de Smith? ¿Ser su cómplice?
Pero Smith no le estaba pidiendo nada ilegal ni malo per sé. No le estaba pidiendo a ella que
eliminara los archivos. Sólo estaba tratando de comprar una herramienta. Una herramienta muy
importante para él. Si ella no hubiera visto aquel cintillo, le habría facilitado sin dudas lo que él le
estaba pidiendo. No había sido maliciosa. Pero es que
Smith parecía un buen tipo. Tenía cara de buena gente. El abuelito de cualquiera.
La chica decidió hacer un poco de turismo cibernético antes de tomar una decisión. Fátima
tenía modos poco ortodoxos de “ayudar” a sus clientes. Era más fácil entrar a las computadoras
ajenas con un poquito de maña. A veces la gente confía demasiado. Pero aunque no confíen, no han
aprendido que lo que pasa en una computadora no se puede borrar tan fácilmente. El internet no
es un lugar para guardar secretos. Las computadoras
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