Page 42 - Memoria2017
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Un par de meses después, Fátima se enteró en el periódico de que Smith se había suicidado
CUENTO en su celda. O al menos eso parecía. No habían llegado a deportarlo. A ese tipo de prisionero les
esperan días de terror en las cárceles y les va mucho peor cuando los presos han tenido acceso a
las inmundicias que había en aquella computadora.
Pero Fátima no se sintió culpable. Ni por un segundo. Uno tiene que hacer lo que tiene que hacer.
Hay cosas que no tienen perdón...los niños...
Los inventores
Tener 12 años. Querer ser adulto. Recordar tener 12 años. Crecer.
Cuando miro hacia atrás, muchas de las cosas se mezclan en una niebla difusa. A veces no
estoy segura de que sean recuerdos verdaderos o pedazos de sueños. Yo nací cuando papá y mamá
tenían 40 años. Fui su única hija. La hija que ya se habían resignado a no esperar. Una especie de
Isaac, el del Antiguo Testamento, el que se llamó así porque su madre se rió de las promesas de
Dios. Y los agarré un poco cansados, debo aceptarlo. Pasé mucho tiempo jugando sola. O haciendo
mandados con una mamá que no tenía mucha idea de cómo tratar a una niña.
Desde muy pequeña mantuve conversaciones muy serias con gente grande. Mamá pensaba
que hablarle en chiquitito a los niños, los atontaba. En lugar de canciones de cuna o de Cri Cri,
aprendí a cantar música de ABBA, Los Beatles y Foreigner. Me encantaba despachar sodas en la
tiendita que mi mamá había improvisado para los trabajadores del taller. Y escuchándolos me
enteraba de cosas que no eran de niños.
Mamá tenía rutinas explícitas en su vida y yo me convertí más en una acompañante que en
una hija. Las cosas de todos los días, las comprábamos en la Abarrotería de Don Chava, que estaba
a 30 segundos de la casa. Recuerdo su cara pétrea y angulosa como la de un Moahí de la isla de
Pascua, su sombrero típico y su pila. Una vez por semana íbamos al Supermercado La Fe a comprar lo
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