Page 23 - Memoria Premios IPEL 2021
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Los aldeanos se estaban reuniendo en casa de Tomás, esperaban por lo menos
                  veinte  hombres  pero  cuando  Manuel  y  Benjamín  llegaron  ya  había  un  gran  número  de

                  lugareños dispuestos a luchar por su libertad. De la casa salió Tomás con los líderes del
                  batallón improvisado. Los labriegos iban armados con machetes, horquillas, picos, palos y
                  armas de cacería. Tomás miró al grupo, todos estaban listos esperando la decisión del plan

                  y actuar inmediatamente. La luz de las guarichas chocaba contra el filo de los machetes y
                  los  hacía  resplandecer.  El  ambiente  era  de  lucha.  Tomás  empezó  a  hablar  a  los

                  campesinos. “Señores, este es un gran día, ya en la Villa de Los Santos celebran su libertad,
                  nosotros pronto estaremos celebrando la nuestra, pero para eso debemos unirnos y luchar
                  por ella”. Todos clamaron al oír estas palabras. Tomas prosiguió, “El plan para lograrlo será

                  el siguiente…”.
                           Se dividieron en grupos de diez y rodearon la fortaleza donde se encontraban las
                  unidades militares. Había luz y se veía movimiento. Afuera había dos soldados haciendo

                  guardia  en  cada  esquina  con  fusiles,  en  total  eran  ocho.  Por  las  ventanas,  se  veía
                  movimiento. Los militares se asomaban con nerviosismo, todos con armas en mano. Se
                  notaba que estaban esperando un asalto. Manuel se trepó a un árbol para ver mejor. Y le

                  avisó a Benjamín que no eran más de veinte. Los rumores eran ciertos, habían dejado al
                  país desarmado. Quizás decidieron fortalecer en número las ciudades principales. Lo cierto

                  era que gran parte de los soldados se habían ido a Ecuador y lo más probable que con ellos
                  se habían llevado gran parte de las municiones. Benjamín se apresuró y avisó al siguiente
                  grupo  cuantos  hombres  habían  contado  Manuel  de  su  lado.  Había  que  lograr  entrar.

                  Benjamín  vio  una  carreta  del  lado  izquierdo  donde  se  podía  ocultar  y  con  Manuel  se
                  acercaron  logrando  atacar  a  dos  soldados  y  desarmarlos.  Los  soldados  de  la  derecha

                  corrieron pero no pudieron hacer nada ya que varios aldeanos los enfrentaron y a golpes
                  lograron  desarmarlos.  Por  las  ventanas  se  veían  asomar  las  carabinas,  los  soldados
                  empezaron a disparar. Tomás que sabía de armas gritó, “¡Aguarden, esas son carabinas,
                  son de corto alcance!”. Los aldeanos buscaron resguardo entre los matorrales manteniendo

                  la distancia. Entre grupo y grupo, se iban enviando mensajes, si los soldados se habían ido
                  al Ecuador, lo más seguro es que se habían llevado gran parte de las municiones. Debían

                  esperar y aprovechar que los militares dejaran de disparar para recargar y entonces atacar.
                  Así lo hicieron logrando apresar a los soldados y por ende la victoria. Esa mañana, los
                  lugareños despertaron por los gritos de gloria y vítores. El pueblo salió a la calle viendo a

                  los  aldeanos  desfilar  con  los  soldados  apresados.  Tomás  gritó,  “¡Somos  libres,  somos




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