Page 20 - Memoria Premios IPEL 2021
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Cuando las bendecidas y por bendecir regresaron del lugar secreto, todo era
diferente. Kobre le contó a Rore el final de José María por el veneno de una serpiente,
cuatro murieron de mal de monte. Los demás horrorizados, prefirieron regresar antes de
llegar al otro mar. Los españoles tardaron dos días en zarpar. No esperaron a reponerse
completamente. Don Sebastián quería quedarse, había saboreado el poder y anhelaba
empezar la colonia, pero quedaban muy pocos hombres para navegar el barco. Lo pusieron
a votación y pocos eran los que querían quedarse, finalmente Don Sebastián decidió
regresar. Con la experiencia, ya sabía lo que necesitaba traer en el próximo viaje. Vendría
bien preparado, terrateniente de sus propias tierras deseaba ser virrey. Para dar fe de estas
nuevas tierras, secuestraron nativos entre ellos a la pequeña Eka. Rore murió meses
después a causa de las heridas recibidas en la batalla, Maya al igual que otras mujeres de
la aldea empezaron a enfermar y perder la razón. Había momentos en que no podían hacer
sus labores diarias, finalmente murieron ciegas sin reconocer a sus familias.
Itai tuvo a su primero y le llamó Ogame. Verlo la hacía feliz, veía en él, el cielo y el
mar unidos. Todas las tardes, después de los quehaceres, Itai se iba al hogar de Akai a que
le enseñara todo su saber. Aprendía rápido a tejer las canastas, hacía flores y pájaros
tejidos. Como Akai le vio interés, igual que a Otore le empezó a enseñar los secretos de las
plantas. Los remedios y también los venenos.
La aldea ya no era la misma, algunos habían decidido marcharse antes que volvieran los
extraños. Temían que vinieran más y esta vez fuera peor. Akai le pidió a Apare que dejara
a Itai irse con ellos. Apare se acercó a Itaí, le puso la mano en su cabeza y la bendijo. Itai
sintió un gran descanso. Apare le preguntó si eso era lo que quería. Ella asintió y se fue
con el clan de Akai.
Viajaron mucho, aun así, no pudieron escapar de la colonización. Cada año
llegaban más y más. Solo quedó adaptarse, trabajar para ellos y luego con la venta de
canastas, sombreros y adornos de hojas de palma lograron su independencia económica.
Los remedios estaban prohibidos, eran brujerías, aun así, los nativos los buscaban con
mucha frecuencia, los colonos también. Así lograros establecerse, empezaron a convivir
con los colonos y creer en su fe.
Ya casi amanecía cuando Itaí terminó de contar la historia de su familia a Ogame.
Los dos quedaron viendo el firmamento, donde el cielo se une al mar. Itai murió cinco lluvias
después de su visita a la Gran Madre.
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