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suponen la existencia de una serie de presupuestos y actitudes, que
no siempre son fácilmente alcanzables en América Latina.
II. TRASCENDENCIA DEL DIÁLOGO SOCIAL
En los procesos de democratización que ha estado viviendo
América Latina, el diálogo social, como una exigencia, expresa esa
democratización y abre espacios a la participación. En gran medida,
la búsqueda del diálogo social representa un camino válido luego
de las experiencias autoritarias y de las agudas características de la
confrontación que caracterizaron los años precedentes.
El diálogo social ofrece a los gobiernos y a la sociedad la
oportunidad de reducir las tensiones sociales y la conflictividad, así
como una caracterización del sistema que permita la discusión con
los sectores sociales de las más importantes políticas económicas
y sociales. Tales políticas son en la actualidad objeto de grandes
controversias, por lo que se requiere la búsqueda de consensos que
las doten de legitimidad material.
El documento de la OIT antes citado , que resalta el papel del
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diálogo social en relación con los resultados de legitimidad social
y eficacia en las políticas y estrategias nacionales, representa una
consideración especial para el papel de los Ministerios de Trabajo.
De allí que la Administración del Trabajo debe tener entre sus
funciones actuales:
a) La promoción del diálogo social.
b) Contribuir a crear condiciones para que sea posible y efectivo.
c) Fortalecer a los sectores, como un presupuesto para el
diálogo social.
La importancia del diálogo social ha llevado a la búsqueda de su
institucionalización, mediante la realización de diferentes esfuerzos,
hasta el punto de que en Colombia se ha incorporado en el texto
constitucional.
El mencionado documento de la OIT resalta la necesidad de
incorporar al diálogo social a los llamados sectores emergentes
(campesinos, indígenas, informales), al igual que la necesidad de
10 TOKMAN y MARTÍNEZ, op. cit., p. 25.
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