Page 46 - MEMORIA 2019
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no grababan el accidente, algunas mujeres parecían llorar mientras observaban, otras se tapaban la cara, algunos
CUENTO hombres miraban en silencio con las manos en los bolsillos. Un poco más lejos, unos muchachos contaban con
grandes gestos y a viva voz lo que había ocurrido, mostrando a quien lo quisiera lo que habían registrado y subiendo
el video a la red.
Al ver todo esto entendí inmediatamente la razón del tranque de casi cuarenta y cinco minutos y deduje
que nos quedaríamos otro tanto mientras atendían a la joven. Por suerte tenía un lugar privilegiado desde
el cual no perdía detalle. Al otro lado de la ambulancia y del carro blanco, la calle que llevaba a la ciudad
estaba vacía. Pensé, otra vez tarde al trabajo, me acomodé en mi asiento, tome mi celular y comencé a
escrutar las redes sociales.
Un día en la vida de Juancho Rodríguez
Hace un calor del carajo y yo aquí con mi pala acarreando esta arena a pleno sol y sin camisa. Dos paleadas más
para terminar esta carga. Agarro la carretilla para llevar el bulto de arena siento que las agarraderas me queman las
manos. Esta muy caliente esta mierda, ¡mierda! Olvidé mis guantes en el casillero adentro y no puedo perder el
tiempo buscándolos. Me paso las manos por el pecho sudado y siento un breve alivio de las quemaduras, de algo
sirve el sudor.
Apenas son las nueve de la mañana, hoy trabajamos hasta tarde porque hay que terminar de repellar los tres pisos
finales del edificio. El capataz me lo dijo, mientras me regaña por no tener camisa, casco, chaleco ni guantes, ¡Que
vaina con la dichosa seguridad! Con este calor no se puede estar con camiseta manga larga, chaleco y jeans con
cinta reflexiva y, encima de eso, con casco que hay que apretarlo como el carajo para que no se caiga y guantes en
que te sudan las manos formándose un lodazal con la mugre de los dedos. Todo el día con eso.
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