Page 63 - MEMORIA 2019
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Título de la obra: 100 AÑOS DE RESISTENCIA
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                                                       Ti Eteba Tikue


            “Hace calor. Es de noche. Los grillos y el ruido de la brisa, moviendo el bananal, es lo único que escucho.

            Me siento débil. Tengo hambre y sed. El jedor a insecticida me asfixia, quizá tenga todavía gas atravesao

            en la garganta.


            El gas de las bombas lacrimógenas es jediondo, es como un vapor seco y caliente que se mete en la

            garganta y tranca la respiración; uno abre la bocota buscando aíre, pero es peor, le entra a uno un ardor en

            los ojos y un ahogo que le deja la cara empapaita de sudor, de lágrimas y de moco.


            Estoy solo. Al principio escuchaba gente quejándose, llorando y maldiciendo. Poco a poco nos fuimos

            desperdigando. Ahora estoy sólo. Quiero salir de aquí; regresar a mi casa ahora que es de noche. De día

            será difícil, el pueblo debe estar inundao de policía. Pero ¿Cómo hago? No logro ver nada y no tengo idea

            de donde estoy. Trato de recordar, es la única forma de orientarme; recordar dónde estaba, cuando esta

            oscuridad se me vino encima. Eso hago, recordar, tratar de recordar, repaso mis recuerdos uno por uno.


            Fue el jueves, sí el jueves, hace ya más de ocho días que iniciamos la huelga, una huelga de advertencia.

            De advertencia, pienso eso y hasta me da tristeza, hoy debe ser domingo, o sábado tal vez, no lo sé con

            claridad, no puedo llevar la cuenta de los días…”


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            Trabajosamente, y agarrándose de una mata de tallo, se puso de pie. Las piernas le temblaban y el dolor

            seco que traía metido en el pecho y que había arrastrado por días, se le despertó con el movimiento.

            Lo ignoró, o por lo menos trató de ignorarlo, como trataba, también de ignorar el hambre y la sed, de

            aplastarlos con sus recuerdos. Se echó a andar.


            - “Nos equivocamos con el hombre, Antonio. Nos volvieron a engañar. Pendejos, bien pendejos que somos,

            por dejarnos engañar de esta política puerca. Y mírate tú cómo estás ahora y mírame a mí, sin rumbo y a

            punto de morirme perdido en este bananal” - Hablaba en voz alta, casi como un grito, como si conversara

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