Page 65 - MEMORIA 2019
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lo hemos conseguido cerrando calles; el hospital, las escuelas, las carreteras, los puentes, todo lo hemos

            conseguido cerrando calles; van a tener que meternos presos a todos, no habrá cárcel para tanto indio –      CUENTO

            así dijeron y así pensaron, confiados en la fuerza que les da su unidad étnica y la colectividad tradicional,

            histórica de su pueblo.


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            “Uno piensa las cosas y a medida que las piensa, se va llenado de coraje, de rabia, de tristeza, de amargura.

            ¿Cómo se han burlado de nosotros? ¿Cómo nos han utilizado? Y mira cómo nos desprecian ahora. –

            “Indio ignorante, ¿qué sabes tú de leyes?” – Así le dijeron al pobre Antonio en el partido, el día que fue a

            preguntar el asunto de esa ley, Antonio no se merecía un trato así, tan buena gente el Antonio, hombre de

            Dios, pero los partidos políticos son cosas del diablo, después de tanto sacrificio que hizo en la campaña,

            tanto que caminó buscando votos ¿para qué? ¿Para qué le pagaran así? no es justo…”


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            Ya llevaba un rato andando; agarrándose de mata en mata tratando de adivinar los surcos, de encontrar algún

            canal por donde andar, orientarse. Ya ni los grillos escuchaba. Las botas le habían pelado los pies, pero ni

            pensar en quitárselas, hubiera sido peor. Así, penosamente avanzaba sin otra guía que sus pensamientos,

            que sus más asiduos y dolorosos recuerdos.






            Los sindicatos convocaron a reuniones conjuntas para analizar la ley, las conclusiones eran las mismas, los

            asesores, los abogados y todos los entendidos coincidían, en que esa ley significaba un golpe de muerte

            para el sindicalismo en todo el país.


            Los rumores de huelga se fueron esparciendo de finca en finca, la gente estaba inquieta, nerviosa y, a pesar

            de que ellos estaban a más de 600 kilómetros de la ciudad, cuando el Consejo Nacional de Trabajadores

            anunció la huelga general, ya ellos tenían organizadas todas las fincas y apenas inició el mes de julio

            declararon la huelga. Una huelga de advertencia de 48 horas que se extendería por casi un mes y cuyos

            nefastos resultados quedarían marcados en la historia del país, del pueblo y de la gente.


            Durante el primer día de huelga, se podía sentir el entusiasmo de la gente; alrededor de las sedes sindicales se

            congregaban miles de obreros; otros tantos permanecían en las fincas desparramados por las plantas empacadoras o
            reunidos alrededor de las ollas de café, que formaban parte histórica de los piquetes de huelga; pero nadie trabaja,

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