Page 64 - MEMORIA 2019
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con alguien distante que apenas podía escucharle y eso esperaba, que alguien pasara por casualidad por
     CUENTO  allí y pudiera escucharle; sería su salvación.    *****







            “No sé si recordar todo esto, me haga bien o me haga mal. Quizá sea mejor que ni piense, que me eche a

            morir aquí mismo, esperar la muerte, pero esa pelona lleva días rondando y no se digna en llevarme.


            Uno no puede llevar la cuenta de tantas traiciones. Es demasiado el peso de tantas decepciones y uno se

            siente hasta cómplice del engaño, porque ya debimos estar curao de las mentiras.


            Pero la esperanza de uno pues. Uno cree, porque no hay de otra que creer y nosotros le creímos al hombre,

            que iba a cambiar el país, que era el momento del cambio y como decía la gente “este ya tiene mucha

            plata, no necesita robar”.


            Y caminamos, Antonio y yo, anduvimos la comarca entera buscando voto y ganamos, hasta celebramos de

            gusto las elecciones y mire usted, como estamos ahora…”


                                                           *****


            A veces a gritos, otras veces como un susurro, como un quejido, iba en ese penoso andar, masticando

            recuerdos que se perdían mezclados con los desvaríos, de la fiebre. Pero poco a poco, los recuerdos

            amontonados se fueron acomodando y su vida empezó a pasar lentamente ante él, como una película

            proyectada sobre ese fondo negro y profundo que le inundaba.






            Todo había cambiado tan rápido; la euforia del triunfo electoral fue truncada repentinamente por una serie

            de hechos que develaban el carácter profundamente represor y autoritario del nuevo gobierno. Primero,

            fue el despido masivo de trabajadores públicos (incluyendo dirigentes); a ello se sumó el arresto arbitrario

            de más de 50 manifestantes en la ciudad capital y unas semanas después la promulgación de una ley que

            penalizaba con dos años de cárcel a quienes cerraran las calles durante las protestas.


            En principio, habían minimizado los hechos argumentando que, en cada cambio de gobierno, se dan

            despidos masivos de trabajadores que pertenecen al otro partido. – Es normal – dijeron – eso siempre

            pasa. Guardaron silencio, durante el arresto de los manifestantes y en cuanto a la ley carcelazo, confiando

            en que esa ley, jamás podría ser aplicada a ellos.  -  los bananeros no nos van a aplicar esa ley, aquí todo

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