Page 74 - MEMORIA 2020
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CUENTO
Me hubiera gustado que, Julián, estuviera aquí acompañándome el día de hoy para compartir todas
esas anécdotas con los invitados y los funcionarios del Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral. Siento
algo de nostalgia al recordar que hace un tiempo estuve en el sepelio de mi amigo, Julián. Escuché a un
panelista que los sindicatos hablaran esta noche de del trabajo decente; creo que los académicos y los
empresarios disertaran sobre la seguridad laboral.
Algunos periodistas me preguntaran tal vez, de forma reiterada, de cómo pasé de ser buhonero, a
vendedor de legumbres y después de viejo, a convertirme en eso que algunos llaman: gente triunfadora.
Tendré que responderles de nuevo con el adagio y la sabiduría de mi amigo difunto: “sepan el milagro y
no el santo”.
Me tiembla el pulso y los labios, al terminar de leer parte de lo que preparé para hoy en mi intervención
de lo que resumo como una historia memorable. El médico me dijo hace unos días que ha llegado a mi
vida los primeros síntomas del Parkinson.
––Don Narciso, en media hora va a iniciar la conferencia ––me advierte la joven–– Se acerca a mí y me
coloca un gafete en el cuello.
Con estos años a cuestas y este cuerpo cansado y longevo, le pido a la muchacha que me acompañe al
ascensor. Me sostengo de su brazo delicado y me apoyo con el bastón que hace medio siglo me regaló
Julián. Camino despacio, para contemplar con intensidad el momento, pues, he concluido que ver las
cosas con detenimiento y sin afanes, hacen que el tiempo transcurra en nuestras vidas con menos
velocidad.
––¿Y cuál es el lema del seminario señorita? ––le indago a la joven, algo despistado.
––Se lo recordé a su secretaria al momento de llamarle por teléfono, y al entregarle con el mensajero la
invitación y el tríptico. Lo lleva escrito en el gafete ––me dice con voz angelical. Leo: Seguridad Laboral,
Fundamento del Trabajo Decente.
Me detengo, miro sus ojos grises; luego prosigo. ––Buen tema para un cuento ––le digo sonriendo.
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