Page 80 - MEMORIA 2020
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CUENTO
llegar a Portobelo, a una hora de viaje de La Guaira, cuando el doctor Him notó que Xiaoli viajaba con
malestar, y la indagó.
— ¿Qué te sucede? ¿Qué te sientes?
— Dolor en la espalda y punzadas, respondió ella tocándose el vientre.
En la parada de descanso, el médico palpó suavemente su vientre bajo, y meditó en silencio. Luego
intentó calmarla, explicándole que aún no era hora del parto. Le pidió que tratara de relajarse y le recordó
que en el sector de Sabanitas abordarían su auto, y estaría más cómoda... pero hasta allá todavía faltaba
una hora más de viaje en el incómodo bus.
La ruta volvió a pegarse al mar, y la preñada ansiosa calmó el inicio de su angustia, observando los
paisajes costeros a tornasol con la vegetación agreste de pueblos como Buenaventura, Guanche, Iguanita
y Mechi. Pero la sensación de alivio desapareció al llegar a María Chiquita, donde la carretera abandona
definitivamente el coqueteo con la playa, y pasa a lidiar con los huecos de la rodadura asfáltica de áreas
más pobladas como Pilón y Nuevo Colón, arrabales de la aglomerada y bulliciosa ciudad de Colón.
— ¿Ya hirvieron los instrumentos? ¡Venga rápido!, exclamó el doctor Him a su improvisada asistente
médica.
— ¡Sí!, respondió la enfermera, mientras ingresaba a paso raudo nuevamente al vagón del tren convertido
en sala de parto móvil, llevando sobre una toalla blanca, todavía humeantes, los utensilios para el
procedimiento de emergencia.
La enfermera alucinó al ver la escena: Xiaoli estaba acostada sobre una fría mesa de aluminio, con el
vientre latente y descubierto, pero ya dormida, por el efecto inmediato de la dosis de éter que le habían
dado a oler.
En la Escuela de Enfermería había aprendido que, en ausencia de anestésicos halogenados, los médicos
idóneos podían ordenar éter como anestésico inhalatorio. Pero sabía también que era un procedimiento
muy excepcional, y jamás imaginó que participaría de una cesárea en tales circunstancias, y menos en un
tren en plena marcha.
La opción del tren para llevar a la mujer embarazada hasta Panamá la decidió el doctor Roberto Him al
llegar a Sabanitas. Antes dudó si conducir en su auto por la vía Transístmica hacia la capital, o dirigirse a
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