Page 54 - Memoria Premios IPEL 2021
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A Waní la enoja más que la trate con condescendencia. Cree que el tonguero oculta
                  mal su egoísta regocijo. Pero el deseo de saber lo que su esposo ha soñado puede más

                  que cualquier desagrado.
                          ⎯Cuéntame.
                          ⎯Chiasa  y  yo  nos  casamos.  Ofició  la  ceremonia  un  monje  budista  y  muchos

                  parientes asistieron engalanados.
                         —¡¿Has desposado a otra mujer?!

                         —Pero, Waní, ya te he dicho que el mundo de los sueños llega como un grito que
                  apenas se oye. No es lo mismo.
                         Ella decide guardarse la rabia. Prefiere saber. Prefiere oír lo que su esposo sueña,

                  aunque se sienta herida. Lo escucha describir la casa de pilares monumentales en que vive
                  con Chiasa…


                         Pero, desde ese día, Waní no puede dormir bien. No soporta la idea de que, cuando
                  su hombre se acomoda entre las mantas, otra mujer se mete en sus pensamientos.
                         El  tonguero  se  sumerge  cada  vez  más  en  sí  mismo.  Algunos  días  pierde  la

                  conciencia acostado bajo la sombra de un árbol. O se duerme muy temprano en la choza.
                  Esto ha hecho que sea más distraído. Camina por el pueblo sin prestar atención a los

                  demás. Ya no comprende bien qué es real y qué no.
                         Para Waní, el colmo de los tormentos es cuando el tonguero le habla de su otra
                  familia. Varios años pasaron en pocas noches.

                         ⎯A diferencia de nosotros, que tenemos una hembrita y un macho, allá soy padre de
                  dos niños.

                         Esto acaba provocando en Waní un insomnio interminable. Y escuchar los ronquidos
                  del tonguero no mejora la situación. En ocasiones, cuando lo sabe profundamente dormido,
                  le da fuertes codazos para alejarlo, dice ella, de Chiasa. Siendo un hombre tan respetado

                  en la comunidad, ella no encuentra alguien que comparta su reprobación por la doble vida.


                         Llega el día en que los hombres se van a pescar y quedan las mujeres a sus anchas,
                  con  los  hijos.  El  tonguero  aprovecha  para  internarse  en  la  selva  y  soñar  bajo  árboles
                  frondosos. No es nada fuera de lo común.
                         Cuando  el  sol  ha  comenzado  a  ocultarse,  el  tonguero  regresa  lentamente  a  su

                  choza. No tarda mucho en llegar al tronco cortado en escalones que permite alcanzar la




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