Page 28 - MEMORIA 2019
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la aseguradora, que se sentaba entre los acusados, lo miró de reojo; y en su mente el siniestro pensamiento:
CUENTO –‘Cómo fue que no te encontraron esos inútiles…’
La viuda se sentía satisfecha, pero triste. Luis lagrimaba de felicidad, se izaba triunfante abrazando a su
equipo de trabajo. Se tomó el pecho y con la voz entrecortada dijo:
– ¡Yo estuve ahí! ¡Yo fui testigo! –Luis buscaba el abrazo de la viuda y del padre, entre la gente. Lo demás
se contó en la historia como un triunfo de los pescadores.
El 12 de septiembre de 1973, en una banca del puerto de Valparaíso, Luis quiso recordar su vida después
de tantos años. Sacó cada uno de los recortes de periódicos; aquellos papeles, ya amarillentos por el
tiempo, daban fe de lo ocurrido en ese lugar muchos años antes. En las fotos del juicio se veía joven;
sonreía más que nunca. La viuda y el padre de los muchachos también estaban felices. Decidió quedarse
a vivir en la capital, elaborando documentos para el Convenio de Marina Mercante que se daría en 1976.
También hay fotos de su discurso en la reunión de la OIT, donde se aprobaron algunas de sus propuestas.
Siempre vuelve cada año por los atardeceres junto al mar. Disfrutaba del mínimo instante en el que chocan
suavemente los botes en el muelle. Sus colores reflejados en el agua, las banderas ondeando a su antojo…
Le emociona el sol metiéndose lentamente en el horizonte. Las formas que dan las luces de los barcos en
la distancia es un espectáculo que no quiere perderse. Cada sonido de las olas bajo sus pies y el olor a sal
que se acumula en la brisa es lo que lo mantiene vivo. Siempre será pescador en su esencia.
Hoy ha pasado una señora que le dijo si sabía que habían matado a Víctor Jara. Recordó algunas de sus
canciones y se durmió pensando en una: “Cuando voy al trabajo”.
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