Page 54 - MEMORIA 2019
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Le lanza una mirada agradecido y prosigue.  En la siguiente estrofa canta:
     CUENTO                              Entra al cuarto




                                         Y se queda mirando

                                         A su mujer y a los niños


                                         Y se pregunta hasta cuando


                                         Toma sus sueños raídos


                                         los parcha con esperanzas

                                         Hace del hambre una almohada


                                         Y se acuesta triste del alma




            Yo les pregunto ¿para qué uno trabaja? ¿Para que uno se jode todos los días con estos coños de su madre capataces,

            ingenieros y dueños de la construcción si nos es, entre otras cosas, para tener bien a sus hijos, a su familia?  Y

            cuando uno no puede contestar que sí, que trabajamos para lograr el bienestar de nuestros hijos y nuestra familia

            ocurre que uno “entra al cuarto” no a la casa, al pinche cuarto, “y se queda mirando a la mujer y a los hijos” y le da

            un dolor que le atraviesa el alma.  Un dolor terrible, como dolor en los huevos, frente al cual uno “se pregunta hasta
            cuándo” y no se llora porque se es hombre y a los hombres que son machos no se les permite llorar.  Pero, aun así,

            a veces uno llora a través del alcohol y las parrandas, como Juan Pachanga, o a través de actos suicidas como el de

            Adán García.  Es terrible preguntarse hasta cuándo y no ver la respuesta en el horizonte ni en los sueños.  Porque,
            déjenme decir, bueno, ustedes también lo viven, cuando uno es pobre, sueña mucho.  Como nada tiene, tiene mucho

            para soñar.  Pablo Pueblo no para de soñar, pero está tan jodido que primero tiene que parchar sus sueños raídos.

            Es decir, que tiene que aplicarles una capa base de esperanzas para luego proceder a pintar sus sueños.  Y es triste

            acostarse con hambre, más triste aun cuando uno decide que ni siquiera es necesario preguntar por la cena para no

            mortificar a la compañera que probablemente se durmió igual de hambrienta.  Una tristeza del alma es una pena
            profunda del corazón y del espíritu.






            Después de esta afirmación guardamos silencio, nos ha dejado pensando, porque todos hemos, alguna vez, llevado
            una tristeza del alma –pensó Juancho – y seguido dijo; por ejemplo, yo cuando me jodí la rodilla y no pude jugar

            más béisbol perdiendo la oportunidad de ir a las grandes ligas.  Vidal cuando se divorció, Oscar cuando perdió un

            hijo en una balacera, otros cuando se les quemo el rancho, en fin, todos hemos vivido alguna desgracia que nos ha

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