Page 56 - MEMORIA 2019
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de tomar, mal que bien, esto es necesario para que podamos estar mentalmente sanos y si no es esto sería la iglesia
     CUENTO  o un fanatismo religioso.






            Y el final es casi un lamento, primero cuando reitera que Pablo Pueblo, como todos aquí, somos “hijos del grito y

            la calle, de la pena y del quebranto”, y luego, cuando dice en tono lastimero “Ay Pablo Pueblo Ay Pablo hermano”

            –lo dice cantando para resaltar el tono.  Pablo Pueblo como no tiene conciencia de clase, como no sabe que es

            un lumpen, un proletario, no tiene esperanzas en el socialismo.  Pero es un socialismo de verdad, no como el de
            Maduro u Ortega, cuyo socialismo fracasado ha llevado miseria y hambre a su pueblo y ha roto todas las esperanzas

            de su gente y son burdas imitaciones del socialismo cubano que ha resistido todos los embates del imperialismo

            yanqui.  ¿Por qué? Me pregunto, estos partidos de izquierda, con su dictadura del proletariado, han sostenido que

            el proletariado es una sola persona en el mismo cargo hasta la muerte.  Acaso no hay más gente capaz de llevar el
            mismo proyecto político-social, por los mismos caminos… Hay tanto desgaste, tanta falta de liderazgo, de visión…






            Hay un momento de silencio reflexivo, de otra mesa, alguien poncha un bolero tuerce corazones en el traganiquel y

            Lencho y nosotros nos concentramos en nuestras respectivas cervezas…

















                                              Las matemáticas de Josefa María





            Cuando tenía 13 años, un 12 de enero de 2014, me trajeron a trabajar en una casa de familia en la capital.   Era

            una mañana de domingo, cuando estaba preparándome para la misa, llegaron en un carro gris, como un augurio,

            una señora blanca como la leche, con cabellos de oro, que dijo llamarse dona Betita y un señor chaparro, canoso y

            barrigón, don Tato.  Iban por recomendación del padre Domitilo, amigo de su familia, quien les habló de mí y de
            mis necesidades familiares.  Dijo que sería un alivio para esta pobre gente tener una boca menos que alimentar, mi

            boca, y que de paso podría mandar algún dinerito para aliviar la carga de mis padres.






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