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solicite la producción. Los podios están en lugares opuestos del escenario y tras la cuenta regresiva,
     CUENTO  Sofía empieza a caminar con seguridad hacia su posición a la mano derecha del auditorio. Saluda con


            elegancia, como si fuera de la realeza. Duarte se dirige hacia el lado izquierdo del auditorio. Tiene una

            sonrisa descarada, una vibra extraña. Luce desaliñado y cansado, pero no se ve preocupado. Se agarra

            ambas manos y las eleva sobre su cabeza, en señal de triunfo.

                   Comienzan las preguntas. Es tan diferente el desempeño de los candidatos. Duarte no para

            de citar el poder de Dios y sus muchas y buenas obras pagando operaciones, comprando trofeos y

            haciendo ferias libres, mientras Sofía desgrana los muchos planes de desarrollo para la ciudad. Aceras,

            urbanismo, desarrollo peatonal, sanidad, apoyo a las escuelas, diversidad, expresión cultural, apoyo

            a artistas y artesanos. Ferias culturales, festivales ciudadanos, planes de estudios dirigidos luego de

            clases, cine popular, reutilización de la basura, espacios verdes, permisos de ocupación. Una ciudad

            amigable en la que cada quien tenga su espacio.

                   Duarte ríe con sorna y llama “fantasías irrealizables” a los planes de Sofía. Dice que él sí conoce

            al pueblo. Que sus electores saben quién es. Que las verdaderas necesidades de la ciudad son ajenas

            a una mujer que nunca ha conocido la pobreza. Que él viene de abajo y que habla el idioma de la

            “humildad”—para él humildad no es un rasgo del carácter. Humildad es pobreza y punto—. Que el

            Señor lo ha dirigido y que pretende seguir dándole a su ciudad lo que merece. Que su lealtad al pueblo

            ha sido probada. Que la “licenciada”, entre comillas porque lo dice con ironía y desprecio, es una

            mujer refrigerada, con la cabeza en las nubes y nada de experiencia. Cada cierto tiempo Rafael Duarte

            consulta a su celular, como a la espera de un mensaje importante.

                   El equipo de Sofía Hernández monitorea las redes sociales y las impresiones de la gente que ve

            el debate desde casa, por Facebook Live o por Periscope. La retroalimentación es buenísima y así se lo

            hacen saber a Sofía desde el público asistente al foro.

            Ella espera su turno para contestar a las preguntas, mientras Duarte la interrumpe con argumentos

            descalificadores o con risas irónicas mientras se toca la corbata son su nudo malhecho y se ríe de la

            candidata como si fuera una niña.

                   “La licenciada Hernández no conoce la vida en familia, no tiene hijos y no sabe lo que es luchar

            por sacar una casa adelante. Es fácil para ella pintarles de lindos colores situaciones que no conoce. Si

            llegara a ocupar mi cargo en la Alcaldía, se daría de frente con las realidades de nuestra gente pobre.”

            Siempre diciendo “licenciada” con sorna, como si Sofía se hubiera encontrado el título en una caja de


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