Page 52 - Memoria2018
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después, si es que regresa al campo de esos viajes de pueblo en pueblo en su moto. El Raulito que vendía los
CUENTO chanchitos y luego la llamaba y le decía que se habían desnucado por una pendiente que un niño de un año la
sube y baja corriendo. Ese negocio conjunto no dejó un centavo de ganancia, pero sí muchas pérdidas.
Pasando las nubes siente un aire caliente que le recuerda que en la estufa puso unos porotos con bastante
agua para que no se quemaran mientras daba aquella pestañeada. Estarán quedándose secos y comenzarán a
quemarse. El olor a quemado irá de casa en casa y ningún vecino se inmutará a ir al patio y decir vecina los
porotos se le queman. No lo harán porque no la pasan desde que ella les pidió que dieran parte del terreno
para la acera. Ahora que es abogada viene con esas exigencias de ricos, comentaban ellos en la tienda del
chino que les dejaba tomar cervezas a lo escondido. Cuando ella iba por un caldo rica para los frijoles se los
encontraba amontonados en un rincón de la tienda hablando lo que hablan todos los borrachos. Por más que
le dijo al chino que llamaría a la policía nunca lo hizo porque sabe que la policía nunca atiende esos casos.
La olla de los porotos estará negra, como el alma de esos vecinos, piensa.
El calor se hace más fuerte. Será que voy para el infierno. No fue suficiente el bien que hice en la tierra.
Piensa que lo que le incomodaba a la señora de la pecera era su nombre, Gregoria, no era un nombre para
una sofisticada secretaria. En la escuela los compañeros siempre se burlaron de su nombre. Ahora que lo
piensa el nombre jamás le gustó ni al marido, don Richo, que nunca la llamaba por su nombre y cuando nació
la niña se opuso a que le pusieran Goyita. Gregoria, la abuela murió hace unos veinte años y Gregoria la
mamá falleció cuando ella era apenas una chiquilla. La niña no pudo llamarse Gregoria por los caprichos de
don Richo, que un buen día no volvió más. Ya no siente nada a su alrededor. Del fresco de las nubes pasó al
caliente de los rayos solares y ahora ya no siente nada. Sabe que la llevarán
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