Page 71 - Memoria2017
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consigo. Papá venía cansado, pero sonriente. Tocó mi cabello estirando uno de mis rulos y
CUENTO
entró a la casa.
Yo no me iba a dar por vencida. Tenía que saber de qué habían hablado. El exceso
de azúcar de las sodas contribuía a acrecentar mi curiosidad. Miré hacia un lado y hacia el
otro. Agarré mi pelota de fut y me puse a patearla dentro del taller. Me habían advertido
una y otra vez que no lo hiciera, que me iba a saltar una viruta de metal en un ojo, pero no
era algo que me interesara obedecer. Fuera de que en este caso, no era más que una
coartada para ir a espiar la oficina de papá.
Sabía de sobra dónde encontrar la llave del cuarto de estudios al lado del taller. En
ese momento me imagino que mamá le estaba sirviendo la comida a papá, quien no
preguntaría por mí y después de ver sus programas favoritos se iría a acostar. Yo tenía
permiso de hacer lo que quisiera, siempre que no perturbara la paz de un papá que se había
pasado todo el día trabajando.
Abrí con cuidadito y encendí la luz. Aún así la puerta de metal chilló sobre su
gozne. Allí estaban los papeles. Cuando leí el título de los dichosos documentos no pude
aguantar una carcajada que provocó que escupiera sobre los planos... “Artefacto
antigravitatorio”. El tío estaba loco y sin esperanza. Si tenía alguna duda a esas alturas,
aquello fue suficiente para que no cupiera en mi cabeza. Y esto me indicaba que había
tocado fondo. No. Discúlpenme. No sólo había tocado fondo, sino que había colonizado el
fondo y ahora era ¡Alcalde del Fondo!
No puedo reproducir en palabras certeras el concepto del invento, porque realmente
soy muy mala describiendo cosas que veo dibujadas en papel. Mi noción del espacio y mi
entendimiento de indicaciones teóricas es muy limitado. Había elementos magnéticos,
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